martes, 23 de marzo de 2010

Días de Santiago



José Méndez cuenta que, un día, caminando por las calles de Lima encontró un graffiti con una cita muy particular: “Le llaman salvaje al río que se desborda pero no al cabrón que lo oprime”. Luego de un tiempo tendría la oportunidad de conocer a Santiago Román, el ex-combatiente. Ambas experiencias serían la materia prima de una de las películas hito del cine peruano: “Días de Santiago”.

El Santiago de carne y hueso, según declaraciones del propio director, es un joven amable y sencillo a pesar del resentimiento: “Para mí, Santiago Román, el personaje, representa a una generación engañada que perdió su juventud en el campo de batalla y volvió a la ciudad sólo para luchar una vez más por adaptarse y sobrevivir en una sociedad sin memoria, que ni los reconoce ni los aprecia.”



En la película, Santiago Román (Pietro Sibille)es un joven soldado que regresa a Lima después de participar en el conflicto del Ecuador y haber combatido al terrorismo. La situación es adversa y solo le queda adaptarse al ritmo de la gran bestia gris, de Lima.

Su familia es reflejo de una sociedad decadente: un padre abusivo, un hermano violento y una madre ausente, que nunca tiene nada que decir. El silencio es una forma de indiferencia, pero también de desesperación. La falta de sonido en el film nos muestra la impaciencia de Santiago, el silencio nos habla de su desesperación.



Lo mismo que sus ex-camaradas de armas se recursea, sobrevive a su manera. Ellos lo animan a robar un banco pero él se niega. La muerte de uno de ellos lo hace recapacitar, querer ser mejor y superarse. En este punto, la película empieza a tomar fluidez en su narrativa, se trata de un Santiago optimista. El estudiante que trabaja y conoce amigas. Pero esto no dura mucho y el peso de la realidad lo plasta, lo sofoca y lo lleva al límite.

A veces lo vemos en la playa maquillado y danzando alrededor del fuego como si se tratase de un antiguo ritual tribal. No sabemos a ciencia cierta qué le ha sucedido durante el servicio militar. Nunca se hace uso del flashback, los traumas del soldado están solo en su cabeza, ecos su pensamiento que son narrados a través de una voz en Off nos introduce en su psicología.



El tratamiento del color de la película depende del estado anímico y mental del protagonista. En blanco y negro, luego a color y así sucesivamente, este continuo cambio cromático genera una atmósfera de confusión y utopía, estos son los colores con los Santiago concibe el mundo. Una cámara al hombro lo sigue a todas partes.

El film se salva de convertirse en un Taxi Driver peruano ya que tiene sus propios méritos, sobre todo en su atrevido discurso narrativo y la notable interpretación de Sibile. El mensaje final pone sobre la mesa un tema muy actual, la apatía social, tal y como nos lo hace recordar Méndez:“Todos compartimos la culpa por permitir un sistema que prepara a sus hijos para la guerra, sólo para abandonarlos y dejarlos de lado una vez alcanzada la paz”.

Diego Baca

miércoles, 17 de marzo de 2010

Star Trek: El futuro comienza


Tenía 10 años aproximadamente y había sido un día bastante aburrido. Me senté en la sala de estar, prendí el televisor y comencé a jugar con el control remoto. Después de un buen rato, justo cuando estaba a punto de quedarme profundamente dormido escuché una voz que parecía llamarme de otro mundo.

“El espacio, la frontera final. Éstos son los viajes de la nave espacial Enterprise. Su continua misión: explorar extraños nuevos mundos, buscar nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, viajando temerariamente a donde nadie ha llegado antes.”


Se trataba del solemne epílogo de “Star Trek: La Nueva Generación” que es narrado por Patrick Steward, el actor que interpreta al carismático capitán Jean-Luc Picard, y que es acompañado por una pegajosa y rimbombante melodía que todavía resuena en mi mente.

Tengo que admitir que la serie me gustó mucho desde el comienzo, contaba con temas alucinantes como viajes en el tiempo, dimensiones paralelas y otros fenómenos de interés científico que eran contrastados por los acontecimientos de la vida cotidiana de la tripulación.

Aún con toda esta nostalgia no me considero un gran fan de todas las sagas, pero puedo afirmar que esperaba con gran expectativa la nueva entrega cinematográfica “Star Trek: El futuro comienza” que iba a ser dirigida por Jeffrey Jacob Abrams, creador de series para la televisión como “Lost” o “Fringe” en colaboración con guionistas como Roberto Orci y Alex Kurtzman.  

La idea de J.J. Abrams era dejar de lado el discurso filosófico y hacer una aventura espacial al estilo James Bond. Y en cierto modo lo logra. El film es una sucesión de hechos extraordinarios que tratan de mantener el interés del espectador a través de continuos giros argumentales que resultan en grandes escenas cargadas de adrenalina a manera de plots a lo largo de toda la película.

Esta nueva precuela narra la formación de la primea tripulación del U.S.S. Enterprise, centrándoese en el desarrollo de los personajes de James T. Kirk (Chris Pine) y Spock (Zachary Quinto), dos cadetes de personalidades opuestas que deciden enlistarse en la flota espacial. Ambos terminan a bordo del viaje inagural de la famosa nave comandada por el capitán Christopher Pike (Bruce Greenwood). Sin embargo son atacados por Nero (Eric Bana), un villano que ha venido del futuro para vengarse de Spock.

Si bien el relato en general tiene un ritmo fluido, el nuevo planteamiento de los personajes protagonistas es no tan acertado en algunos casos. Por ejemplo, Kirk carece del atractivo y la experiencia que lo acrediten como lider, siendo el mito de héroe que desarrolla comparable una versión antipática de Han Solo contemporáneo. Paralelamente se puede decir que Spock  es más coherente en un enfoque más humano de sí mismo incluso si termina parametrado a una ingenua versión adolescente de Leonard Nimoy, quien a propósito tiene una breve pero trasncendental aparación (símbolo de cederle la posta a la siguiente generación de actores).
La banda sonora (Michael Giacchino) es un acierto y toma con ingenio retazos del tema principal de la primera temporada de la serie televisiva. El transfondo final de este nuevo cuento espacial hace entrever que el destino no puede cambiarse ni siquiera alterando la linea de espacio-tiempo y que a su manera la legendaria tripulación del U.S.S. Enterprise siempre seguirá explorando nuevos desconocidos mundos y conquistando los corazones de sus fieles seguidores.  Paz y Prosperidad.

 Diego Baca