miércoles, 28 de octubre de 2009

La vida es sueño

Chico conoce chica. Chico y chica se enamoran, se casan, compran casa propia y tienen hijos. Chico (ahora llamado papá) trabaja en una oficina y con escritorio y secretaria es el único y principal sustento del hogar que es atendido con esmero por chica (ahora llamada mamá), dedicada casi por completo al cuidado de los niños. Buenos vecinos, buen barrio, buena vida……….


¿Les suena conocido? Probablemente esta historia haya ocurrido en casa con nuestros padres o abuelos, o quizás la vimos en clásicas películas o programas de TV y de alguna manera –aún hoy- es lo que mucha gente tiene como ideal de vida. Vida. Vivir.

Basada en una popular novela de Richard Yates ambientada en los años 50s, en Sólo un Sueño (Revolutionary Road) se nos cuenta la historia de los Wheeler, Frank (Leonardo DiCaprio) y April (Kate Winslet) quienes han vivido la idílica historia de amor y matrimonio mencionada líneas arriba. Con 2 niños a cuestas, su perfecta vida familiar es usualmente amenazada por los típicos problemas diarios que solemos enfrentar y que en teoría podrían encarar y solucionar juntos. Pero ellos distan de ser perfectos: en la primera secuencia se nos expone claramente que ellos no sintonizan del todo bien lo que muchas veces provoca enfrentamientos entre ellos; ¿quién está en lo correcto y quién no? es difícil saberlo, sin embargo ellos tienen algo a favor: se aman y en nombre del mismo es que se la juegan día a día pese a la permanente e insufrible elocuencia de Frank como la inquietante y velada sub-neurosis de April.


Pues es la misma April, en un intento de lograr el gran cambio en sus vidas que permita la felicidad perdurable, quien le plantea a Frank que deje aquél trabajo que no tolera y que heredó de su padre y alisten maletas y se marchen a Francia a vivir la vida que siempre quisieron tener; Frank incrédulo al principio pero motivado por el deseo de su mujer, acepta. Esta noticia como es de esperarse, causa gran estupor entre los que los rodea, tanto entre los compañeros de trabajo de él (encabezados por Dylan Baker) que toman con burla pero finalmente con cierta envidia la decisión de Frank, como en el círculo del vecindario en el que April está diariamente inmersa como sus mejores amigos, Shep y Milly Campbell (David Harbour y Kathryn Hahn) y la sra. Givings (Kathy Bates). Curiosamente –o no tanto- sólo encuentran el entendimiento y comprensión de su decisión en la persona del hijo de la sra. Givings, John (Michael Shannon) un desquiciado hombre que inconscientemente es una presencia catalizadora en el devenir de los hechos que sucederán y que pondrá a prueba nuevamente la estabilidad de su matrimonio finalmente enfrentándolos: mientras April está decidida y firme en su posición de escapar de su rutinaria vida sin importar el costo, Frank opta por la seguridad y tranquilidad de la vida que él conoce lo cual los lleva a vivir una gran tragedia familiar.

Vista hasta ahí, la película podría catalogarse como un amable drama familiar de una joven pareja que pese a las dificultades que se les presentan su amor es más fuerte y vencen finalmente la adversidad, pero no es así: llevado por la mano del estupendo director Sam Mendes (Camino a la Perdición, Jarhead y su oscarizada y fabulosa Belleza Americana) la película es un incisivo y crítico relato del popular “sueño americano” el cual Mendes conoce de maravilla ya que en su ópera prima (que le valió un merecido Oscar) se encargaba de mostrarnos los defectos y las inmundicias que esconde las tradicionales y perfectas viñetas de familia feliz americana, pues en ésta Mendes nos muestra mucho más aún: el sueño americano no existe, es solamente eso, un sueño (por lo que encuentro el título en castellano bastante oportuno), una ilusión, una fantasía barata que nos vendieron desde niños y nos la creímos pero que finalmente no existe, y si existe pues tiene pies de barro y finalmente terminará por demolerse con todo lo que esto pueda conllevar: amargura, frustración, rutina, infelicidad. En una de las mejores escenas de La Gata sobre el Tejado Caliente (Richard Brooks, 1958) basada en la estupenda obra de Tennessee Williams –curiosamente escrita también en los 50s- Big Daddy (Burl Ives) reprime a su amargado hijo Brick (Paul Newman) un fracasado deportista con unas palabras que encuentro muy precisas para lo que deseo plasmar: “Vives en un mundo infantil de juegos, goles, sin responsabilidad alguna. La vida no es fútbol, no son esos triunfos: los héroes reales viven 24 horas al día, no solamente un partido de 2 horas. Desprecias la mentira, no quieres vivir en ella sin embargo eres un experto; pues la verdad es dolor, sudor, pagar cuentas y hacerle el amor a alguien a quien dejaste de amar. La verdad es que los sueños no se cumplen y que nadie se ocupará de escribir tu nombre hasta el día que mueras”.


Cuando vi la película se formó en mí una gran pregunta: ¿es esto vivir? ¿significa que debo estar dispuesto a sacrificar mis sueños, mis aspiraciones en pos de cumplir con las responsabilidades que la vida me pueda presentar? ¿estoy dispuesto a pagar el precio?. Por otro lado me inquietó otra cosa: ¿qué puede esperarme si decido tomar el toro por las astas y decido seguir mis sueños, lo que siempre quise vivir? ¿qué precio debo pagar por seguir mis sueños? La respuesta no la sé, quizás en algunos funcione de un modo, en otros no; en mi caso puedo decirles que esta película llegó a mí en un momento crucial y me sirvió mucho para reflexionar y sopesar algunos aspectos de mi vida, tomar la decisión no es fácil pero una vez hecho, sólo queda meterle muchas ganas y amar lo que uno haga. Para mí, eso es vivir.

La película es una obra maestra contemporánea, Mendes nuevamente consigue sacudirnos con esta historia estelarizada por 2 monstruos de la pantalla grande como DiCaprio y Winslet –mujer de Mendes- (reunidos 11 años después de la taquillera Titanic aunque ahora en una historia muy diferente) y que curiosamente nos permite revisar la evolución de sus carreras y de su registro dramático como actores: afortunadamente el paso de los años les ha hecho mucho bien a ambos especialmente a Winslet, aunque con justicia debo decir que en la película ambos están insuperables por igual; los acompañan Kathy Bates (también de la pandilla de Titanic), Michael Shannon, David Harbour, Kathryn Hahn (estos 2 últimos en breves pero muy cuidados roles), Dylan Baker y Zoe Kazan. Mención aparte merece la efectiva y melancólica banda sonora a cargo de Thomas Newman: sutil, pausada y sabiamente colocada en las dosis apropiadas en los momentos más significativos. Reitero, UNA OBRA MAESTRA INDISCUTIBLE Y DE VISION OBLIGATORIA PARA CUALQUIER CINÉFILO.

CRISTIAN

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen review, Chicho! Pero ahora te toca hacer review al Oscar ;)